lunes, 3 de agosto de 2009
Contra viento y marea, Hinojo
Se percibía en el ambiente un domingo diferente. Sobre su espalda, el hinojense futbolero cargaba con un deseo de revancha impuesto desde un fin de semana atrás, cuando unos pocos intentaron desvirtuar el sentimiento y el trabajo de unos muchos Albiverdes, tras la suspensión de un encuentro donde en el terreno de juego Hinojo era netamente superior.
En plena oleada, en un mar picado por demás, la semana de navegación del pueblo trascendió cuestiones meramente futbolísticas. De allí se sobrevino un deseo espontáneo e histórico para que un grupo de jugadores se instale en la antiquísima Liga de Fútbol de Olavarría para hacerse escuchar.
No fueron manotazos de ahogados, pero la marea intentó tapar el grito desesperado del principal artífice de este deporte: el jugador de fútbol. Ese que día tras día arrastra a familiares, amigos, y que cada fin de semana evidencia el sacrificio profesional en un contexto por demás amateur.
Fue así como este domingo, aparecieron nuevas leyendas de apoyo plasmadas en banderas que rezaban: “Gracias chicos por el amor a la camiseta” y “¿A los jugadores quién los escucha?”, entre otras.
En ese contexto, y con un vestuario local que manejaba la fe en sí mismo con la confianza en la capacidad, Atlético Hinojo salió al campo de juego del “Enrique de la Quintana” ante El Fortín a imponerse por sobre la ola más alta, sobre el mar más picado…
A río revuelto, ganancia de pescadores
Pocos minutos tuvieron que pasar para que un tiro de esquina desde la derecha, ejecutado por Gastón Freites (debut en la primera hinojense) armara el primer revuelo de la tarde. El centro fue empujado al área por el juvenil Marcos Beratz, arrimado aún más por Diego Fernández, contagiado por otro toque de Maxi Frihub, y decretado en grito de gol por Luis Callegaro, tras un zapatazo de desahogo.
Ese comienzo hizo que el barco del Zurdo Nasello tuviera a sus marineros bien atentos, trabajando con orgullo en todas sus filas, y a punto de lograr nuevamente un gol que se hubiese sumado a los manuales de fútbol; manejado el timón desde el fondo, pasando por la cubierta del mediocampo, nivelada por la popa de los delanteros y rematada por Juan Sampaoli apenas desviada, ante los gritos de un gol cantado.
La primera parte del viaje se cerró con aplausos y el capitán del barco anunció seguir con las mismas coordenadas de navegación para llegar de la mejor manera a buen puerto en el resto de los 45 minutos de viaje. Los visitantes quisieron cambiar el curso, pero la parte de atrás de Hinojo siguió consolidada para jugar con Juan Sampaoli y este con el juvenil Joaquín Zalazar. Con las chavetas puestas, el balón pareció haber quedado atrás a propósito para que, desde el mástil de la soledad, avistara al arquero adelantado y decretara por sobre su humanidad una ventaja más que merecida.
Como en un crucero vacacional, el público hinojense comenzó a disfrutar desde la tribuna y alrededor del campo de juego, una demostración de sacrificio y tenacidad que llevó nuevamente a otro festejo. Ya con el ingresado Juan Cruz “Lavandina” Sarraute, la delantera manejó un buen contragolpe y Joaquín Zalazar probó cruzado al arquero suplente Fortinero, que dejó un rebote corto para que Juan Sampaoli sellara un viaje placentero.
El arribo al puerto del trabajo bien hecho, logró que el pueblo vuelva a unirse en un solo festejo; de la gente desde afuera, de los jugadores abrazados en el campo de juego y luego en los vestuarios, soñando con un viaje mayor de campeonato talvez, pero disfrutando de un domingo especial contra viento y marea.
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